EL TRACTOR DE LA PRIMERA GLORIA BOXÍSTICA ARGENTINA LUCE COMO UNA RELIQUIA EN TRENQUE LAUQUEN
El añoso tractor John Deere permaneció durante décadas como un símbolo de la ciudad en la estratégica esquina frente a la rotonda en la que se cruzan el acceso García Salinas y la ruta nacional 5. Hoy, sin dejarse vencer por la sucesión de calendarios, persiste en perpetuarse sobre la calle San Martín al 1100, a metros del ingreso al Museo Histórico Regional, presidiendo el Paseo Agrícola, que serpentea ese costado del Parque Municipal Conrado Villegas.
No es por azar que la vetusta máquina continúe en privilegiada exhibición. Está fundada en su procedencia, como que perteneció a Luis Angel Firpo, aquel fortachón de casi casi dos metros de altura y cerca de 100 kilos de peso, que, en 1923, estuvo a poco de consagrase en los Estados Unidos como el primer campeón mundial argentino, combatiendo en la categoría de los pesos pesados.
Aquella noche, el país aguardaba como única expectativa el desenlace de la pelea. Una multitud se congregó frente al Palacio Barolo de la Avenida de Mayo, en cuya cúpula se habían instalado dos luces. Si se encendía la verde, victoria de Firpo; la roja significaba su derrota.
Firpo, a quien la prensa había apodado el Toro Salvaje de las Pampas, sacudió en el primer round con un certero gancho de derecha a Jack Dempsey, su oponente, de tan inusitada potencia que lo despidió del ring. Debió ser auxiliado para volver al cuadrilátero, aunque, con la complicidad del árbitro, demoró más allá de los 10 segundos reglamentarios que hubieran decretado el nocaut, y el triunfo del argentino. Este finalmente cayó en el segundo asalto, viendo así esfumarse, trampa mediante, su oportunidad de coronarse monarca universal.
DEL BOX AL CAMPO
Pero allí Firpo comenzaría otra etapa de su vida, que lo llevaría a convertirse en un millonario hacendado con varias estancias en la provincia de Buenos Aires. ¿Cómo alcanzaría semejante estatus? Sus biógrafos lo califican como brillante para los negocios, avaro, e implacable en el manejo del dinero, al punto de señalarlo como más temible y hábil en la discusión comercial que en el mismísimo ring. Un chistoso de la época pintó con humor su pericia mercantil: “El único mal negocio que hizo Firpo fue comprar un canario que se murió al otro día “.
Su historia con el transcurrir del almanaque se cruzaría con la de Agustín Rosa, un pampeano de Colonia Barón, que con el tiempo se casaría con Elena Nélida Tamagnone, hija de Miguel Tamagnone, un inmigrante italiano, proveniente de la región de Torino, que instaló su primer almacén de ramos generales en 1911 en Monte Nievas. En su expansión, con los años, llegó a establecerse en 1947 en Trenque Lauquen en la esquina de Villegas y 25 de Mayo, siendo la “Casa Tamagnone”, uno de los comercios más representativos de la ciudad.
Rosa y su esposa Elena se mudarían entonces a Trenque Lauquen para incorporarse al negocio, el primero en su calidad de socio gerente, hasta 1982, cuando el comercio bajó sus persianas. Rosa continuaría su actividad dedicada a la venta de maquinarias agrícolas, previo a adquirir el amplio lote de esa esquina de unía la ruta 5 con el acceso García Salinas, donde levantó su agencia John Deere.
VISITA HABITUAL
Firpo, en tanto, como productor ganadero, solía visitar la ciudad, asistiendo a los habituales remates de animales bovinos que se desarrollaban en los corrales de la Sociedad Rural, donde observaba con detenimiento los novillos a subastar, en su calidad de eventual comprador.
El Hotel Trenque Lauquen, que albergó a ilustres visitantes, como Aníbal Troilo, Alberto Castillo, Palito Ortega; Diego Maradona, Arturo Frondizi, Ricardo Balbín, los hermanos automovilistas Dante y Torcuato Emiliozzi, y al plantel del Gremio de Porto Alegre, entre otros, también alojó a Firpo en sus estadías periódicas, y disfrutó de los sabores de la buena mesa de su afamado restorán, aquel que atendían con solicitud los inolvidables mozos Vidal Panadero, Rogelio Pérez y Nicanor Paz.
En sus pasajes por la ciudad no faltaba el echarles una mirada a los comercios relacionados con su actividad agrícola, ocasión en la que conoce a Agustín Rosa, y se interesa por un tractor que necesitaba para su campo de Carlos Casares. Hasta allí, viajó Rosa para concluir la operación, cuando en un galpón lo cautivó otro tractor, ya en desuso y arrumbado. Con alguna reticencia inicial, finalmente el ex boxeador se lo cedió.
Es el mismo, sin cabina, y con sus ruedas de hierro originales, tal cual se producían entonces, proveniente de las primigenias series de la fábrica norteamericana, que Rosa emplazó como un emblema de su comercio en esa esquina clave, donde concurren la ruta 5 y el acceso, aunque lamentablemente debió sufrir el robo de algunas piezas en el transcurso de los años en ese lugar.
A sus pies, le colocó una inscripción que revelaba su origen. El nombre de Luis Angel Firpo lucía en esa procedencia. En épocas más actuales, el antiguo tractor, mudó sus laureles a su nueva localización al costado del Parque Municipal.
Firpo, el patriarca del boxeo argentino, que se calzó los guantes de este deporte cuando transitaba los arrabales de la ilegalidad, logró con su pelea por el título mundial, en ese mismo 1923, que se lo aprobara como lícito, otorgándosele la licencia número uno.
Su vida continuó vinculada a la explotación de sus campos, que le valdrían acrecentar una fortuna, y en esa condición de poderoso hacendado lo conocería Trenque Lauquen, donde no dejó como recuerdo ningún par de guantes, pero sí el primer tractor que pudo importar de los Estados Unidos, el que ya forma parte de nuestro acervo histórico.
N de la R: El tractor está en vías de ser restaurado, con el añadido de una leyenda que destacará que perteneció a la gloria boxística de Luis Angel Firpo como su propietario inicial.
DataTrenque agradece la colaboración para la redacción de esta nota al matrimonio de Ana Teresa Rosa y el Dr. Vicente Bilbao.